Ayer por la tarde, de camino a casa, me crucé con tres esquiadores. Sí, en medio de Barcelona. Los coches brillaban por su ausencia y las aceras acumulaban suficiente nieve para poder deslizar. Estuve tentado, más que nada por aquello de sumar una nueva experiencia, pero al final desistí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario