Aprovechando que tenía unos asuntos por el Ripollès, el jueves aproveché para escaparme a conocer Vall de Núria. Había estado otras veces, pero siempre en verano y supongo que el concepto del cremallera, lo pequeña que es la estación, etc. siempre me habían frenado para visitarla en invierno. Pero es una referencia en la historia del esquí catalán y había que visitarla alguna vez.
Estuve poco más de 3 horas, pero fueron suficientes. Sin duda, es otro concepto de ir a esquiar, donde prima la calma. De entrada, hay un filtro de entrada que se llama cremallera. Son 40' de subida, con un paisaje magnífico. Hay que disfrutarlo y no pensar en los minutos que estamos perdiendo. Una vez allí, calma total, supongo que incrementada por el hecho de ser un día entre semana. Es una delicia subir en el telesilla mientras escuchas el canto de los pájaros. El tiempo acompañó, aunque quizás demasiado cálor, pero es lo que toca en esta época.
A nivel de remontes, es muy monótono, ya que siempre subes por el mismo telesilla, ya que la cabina deja a mitad de camino que el telesilla. En cuanto a las pistas, son pocas y cortas, pero, eso sí, tienen pendientes muy variadas. Desde una azul a las dos negras, Pala Boja (la única pista sin pisar de la estación) y Pala Bestia, que tienen una pendiente considerable. La pena es que el desnivel de la estación sea de unos 300 metros, pues cuando llegas abajo, todavía no notas las piernas cansadas. Hay algún fuera pista, como el que baja por debajo de la silla, que no está mal, pero es muy limitado.
Me parece un buen destino para adentrarse en el esquí, si tienes bastante con unas cuantas bajadas o si quieres aprovechas y quedarte a pasar el día en un entorno fantástico. Para los estresados del esquí, no es su destino. Y lo veo muy bien para ir con niños pequeños, ya que el cremallera le da un punto muy interesante para ellos y hay una variedad de pistas suficiente para aguantar un rato no muy largo esquiando. Tendré que ver, por eso, si en fin de semana es una estación tan tranquila. El jueves, estábamos completamente solos, como se ve en esta bajada por una de las pistas rojas de la estación:
Estuve poco más de 3 horas, pero fueron suficientes. Sin duda, es otro concepto de ir a esquiar, donde prima la calma. De entrada, hay un filtro de entrada que se llama cremallera. Son 40' de subida, con un paisaje magnífico. Hay que disfrutarlo y no pensar en los minutos que estamos perdiendo. Una vez allí, calma total, supongo que incrementada por el hecho de ser un día entre semana. Es una delicia subir en el telesilla mientras escuchas el canto de los pájaros. El tiempo acompañó, aunque quizás demasiado cálor, pero es lo que toca en esta época.
A nivel de remontes, es muy monótono, ya que siempre subes por el mismo telesilla, ya que la cabina deja a mitad de camino que el telesilla. En cuanto a las pistas, son pocas y cortas, pero, eso sí, tienen pendientes muy variadas. Desde una azul a las dos negras, Pala Boja (la única pista sin pisar de la estación) y Pala Bestia, que tienen una pendiente considerable. La pena es que el desnivel de la estación sea de unos 300 metros, pues cuando llegas abajo, todavía no notas las piernas cansadas. Hay algún fuera pista, como el que baja por debajo de la silla, que no está mal, pero es muy limitado.
Me parece un buen destino para adentrarse en el esquí, si tienes bastante con unas cuantas bajadas o si quieres aprovechas y quedarte a pasar el día en un entorno fantástico. Para los estresados del esquí, no es su destino. Y lo veo muy bien para ir con niños pequeños, ya que el cremallera le da un punto muy interesante para ellos y hay una variedad de pistas suficiente para aguantar un rato no muy largo esquiando. Tendré que ver, por eso, si en fin de semana es una estación tan tranquila. El jueves, estábamos completamente solos, como se ve en esta bajada por una de las pistas rojas de la estación:
De una belleza exquisita, movimiento, cadencia preciosa de luz de nieve...
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