La primera vez que pillé una de éstas fue hace casi diez años, pero me acuerdo perfectamente. Era 21 de abril y estaba un viernes por la noche con unos amigos en un bar. Las temperaturas habían bajado de repente y estaba lloviendo (y nevando en el Pirineo) a cántaros. Así, medio en broma, nos fuimos animando y quedamos tres para subir a la Cerdanya al día siguiente para esquiar el domingo. Como casi todo estaba ya cerrado, fuimos al Pas de la Casa donde había caído un paquetón de escándalo. Nos pusimos las botas. Y encima, estábamos solos.
La última, durante la Semana Santa pasada. Así estaba la carretera de acceso a la Masella, más propia del mes de enero:

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